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Seria | Colección O |
Oprawa | Twarda |
Liczba stron | 32 |
Format | 25 x 23 |
Wydawca | OQO Editora |
ISBN | 978-84-9871-376-3 |
Wiek | 3+ |
Karim entornó los ojos para mirar a lo lejos:
Veía arbustos, corderos y cabras;
pero no podía ver a su madre.
A Karim se le hizo un nudo en la garganta
y por sus mejillas resbalaron dos lagrimones.
Miró a un lado y a otro: no sabía regresar…
Árboles en el camino traslada una vez más a la literatura infantil la facilidad con la que pueden perderse los niños apenas se separan de la mano de sus padres. No obstante, si en otros cuentos el pequeño se encuentra en un territorio hostil o tenebroso, en esta historia la madre naturaleza, poderosa y bella, protege y cuida a Karim como uno más de sus hijos.
—El árbol rojo me ha dado fuerzas, la palmera me ha dado de beber, el mango me ha dado de comer, el baobab, sus panes de mono… tranquiliza Karim a su madre, cuando esta, por fin, lo encuentra bajo el baobab. Régine Raymond-García decidió escribir este libro al regresar de un viaje a Burkina Faso.
“Sus habitantes me fascinaron por su alegría de vivir a pesar de las dificultades, y por sacar provecho de la naturaleza de un modo inteligente”. Sin duda, este viaje ayudó a la autora a comprobar la alta consideración que el árbol rojo y el baobab tienen entre sus habitantes y a decidir que recayese en ambos el mayor protagonismo.
El árbol rojo es el Kaïcedrat (Khaya senegalensis), bajo el cual se reúnen los sabios para tomar decisiones. Es conocido como el árbol de la palabra. Por ello, seguramente sea el primero que habla con Karim y le ayuda. El baobab es una especie tropical de África, utilizada como lugar de reunión.
Además, es símbolo de resistencia, tolerancia, vida comunitaria, longevidad –pueden llegar a vivir 3.000 años– y su fruto tiene propiedades medicinales. Su aspecto impresionante –hay especies que llegan a los 30 metros– le confiere un carácter protector, lo que justifica que en el relato tanto el árbol rojo, como la palmera y el mango lo erijan como idóneo para que Karim aguarde por su madre.
No obstante, este cuento no solo se centra en el amparo y ayuda que ofrece la naturaleza-madre al hombre, sino que también advierte de la necesaria reciprocidad por parte de los seres humanos. Estos deben ejercer la misma protección y respeto sobre el resto del ecosistema, para garantizar su sostenibilidad, tal y como le advierte el baobab al pequeño Karim:
—¿Estarás aquí cuando sea mayor? –preguntó Karim. —Si nadie me corta, sí. —¿Todavía darás de comer a los monos? —Si nadie me corta… —¿Y darás golosinas a los niños? —Si nadie me corta… Voy a contarte un secreto: todo está en equilibrio… un equilibrio perfecto, ¡pero frágil!
Todos formamos parte de la naturaleza y somos importantes en la misma medida, como una gran familia en la que todos cuidan de todos. Y este papel es entendido de inmediato por Karim. Finalmente, esta aventura le supone un gran aprendizaje vital, del que la madre –como seguro el lector- se muestra orgullosa.
Para la ilustradora Vanina Starkoff, trabajar en este libro fue como hacer un hermoso viaje por las tierras de Burkina Faso, lugar donde se sitúa el mercado que aparece en el comienzo del libro y que está inspirado en el de Banfora. Antes de comenzar con las primeras ilustraciones realizó una intensa búsqueda de imágenes y música autóctona del lugar, que le acompañó durante el proceso creativo con la intención de “sumergirme por completo en esas maravillosas tierras africanas”.
Desde un primer momento decidió trabajar con una paleta de colores “saturados, brillantes y alegres” en acrílicos sobre papel. No obstante, algunas texturas y los dibujos en línea fueron realizados con técnicas digitales. La ilustradora organizó el color según los estados de ánimo y las emociones por las cuales atravesaba Karim.
De este modo, predomina el color amarillo y el rojo para las escenas donde el pequeño se siente protegido, ya sea por el amor y la compañía de su mamá o por el cariño y la protección que le brinda el baobab. Los turquesas, para la secuencia donde se encuentra perdido y dialoga con el árbol rojo, la gran palmera y el mango.
La predominancia de matices rosados y anaranjados (cercanos al amarillo y al rojo) representan en el libro el cariño, la protección y el amor y se incorporan para la secuencia donde Karim descubre a baobab y dialoga con él.
A Vanina Starkoff le pareció interesante mantener la morfología real de los árboles “para que los niños puedan ver como son realmente”. La incorporación de composiciones circulares en las ilustraciones en dos secuencias de la historia obedece a establecer un símil entre el momento en que Karim le promete a baobab que lo cuidará y el final, donde son los árboles los que lo protegen a él y a su mamá.